En la primera semana de este año 2011, los hondureños fuimos sorprendidos por la visita a nuestro país del economista estadounidense Paul Romer, quien fuera recibido con bombos y platillos por parte de las "autoridades" políticas, empresariales y militares en la capital de la República y quien diera una conferencia en las instalaciones del Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE.
El objetivo de este profesional de las ciencias económicas, fue promover un proyecto denominado "Ciudades Modelos" y que los medios de comunicación tradicionales retrasmitieron a la saciedad, haciendo sendos análisis de las bondades de dicho "modelo de desarrollo y riqueza"
Vamos a tratar de ver las cosas desde otra óptica, sin caer en un patriotismo chauvinista, primero resumiremos la propuesta del señor Romer: “Que los países pobres entreguen un pequeño pedazo de tierra a un Estado más desarrollado por un determinado período de tiempo, para que, este establezca allí, con sus leyes y reglas económicas, una ciudad autónoma o charter city, orientada al comercio y a las finanzas”.
Nos ponen de ejemplo a Hong Kong -administrada en régimen especial por China Continental- y Singapur, valga aclarar que ambas "Ciudades Estados" son menores en territorio que la ciudad capital de Honduras, dicho esto, no entendemos porque en los ejemplos de estas "Charter City" se incluye a Singapur, si esta isla en realidad es un país.
Pero bueno, no hagamos un drama por esto, los defensores "gratuitos" de dicho modelo hablan de los otros dos tigres asiáticos: la isla de Taiwán y la península de Corea del Sur, cuando la realidad es que, sólo Hong Kong podría ser calificada como "ciudad modelo", según la teoría del señor Romer, que no es otra cosa que la implementación de las ideas de Deng Xiaoping, presidente de China entre 1978-1997.
Hay un dicho popular que reza; “Que no debemos juzgar un libro por su tapa”; pero con la experiencia que tenemos los hondureños de ver entregados nuestros recursos naturales, fuerza laboral y soberanía al capital transnacional, tenemos la obligación moral e histórica de revisar minuciosamente la propuesta del señor Romer.
Ya es suficientemente preocupante conocer quienes son los que se han lanzado a ver en dicho proyecto la solución a todos los problemas de Honduras, son las mismas personas que aplauden las bases militares extranjeras en suelo patrio, los que cambiaron la fórmula de importación de los combustibles, los que prácticamente derogaron el Código de Trabajo, con la aprobación de la Ley del Empleo Temporal.
Los que concesionaron los ríos, los mismos que, orgullosamente se declaran golpistas, aquellos que otorgan impunidad a terratenientes que matan campesinos por reclamar tierras para cultivar, los mismos que rechazan ferozmente cualquier incremento al salario de un trabajador y los que dicen, que el pueblo hondureño no tiene la capacidad para que se le consulte si está de acuerdo o no, con que se redacte una nueva constitución.
Viendo las cosas desde un punto de vista mas hondureñista y menos entreguista, nos daremos cuenta que el tan "cacareado" proyecto desarrollista de "Ciudad Modelo", no es otra cosa que la entrega de una parte del territorio nacional a los consorcios oligopolistas, que han convertido a los países y sus habitantes, en meros mercados y mercancías.
No cabe la menor duda que, los cabilderos y sus maletines repletos de dólares han acampado en Honduras durante el tiempo que sea necesario para que se cree la ley o las leyes requeridas, y se firme la “escritura pública de compra y venta” de los mil kilómetros cuadrados requeridos para este desaguisado, a cambio de un cheque sin fondos y decimos así, porque Honduras tiene valor, pero no tiene precio.
Hace más de quinientos años que vinieron los conquistadores a llevarse nuestras riquezas a cambio de espejitos, hoy como antes continúan llegando, solo que ahora no vienen en carabelas, sino en lujosos aviones, hablan inglés y dan conferencias en suntuosos hoteles, ¡ah! y reparten dinero a un puñado de apátridas que no les importa nada más que llenar sus bolsillos de dólares.
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